martes, agosto 29, 2006

El personalismo como contrapropaganda

Una de las técnicas habituales en cualquier dictadura, o en su defecto, en un régimen presidencialista con escasa capacidad de disenso real, es el culto al líder: el engrandecimiento de la obra y milagros del jefe supremo, el valor personal inalterable del gran hacedor, la personalidad única y permanente del padre de la patria. De Pol Pot a Mussolini, de Primo de Rivera a Stalin, de Fidel a Pinochet, la técnica se repite: el director de los designios nacionales es encumbrado. A Berlusconi y a Bush les gustaría ese juego, y cuando pueden lo practican. El primero, lástima, se topó con esa cosa misteriosa de las urnas. Tarde, pero nunca es tarde cuando la dicha es buena.

Ahora bien, es una arma de doble filo, que puede ser utilizada como contrapropaganda:











¿La noticia cuál es? ¿Maragall prepara una Diada con determinado carácter, y en consecuencia su partido se divide; o divide al partido directamente? ¿Cuál de las dos versiones genera una mayor sensación de poder concentrado en un líder político, que ha de ser apartado cuanto antes por el bien de la comunidad?








Yo titularía así. Ya que no por el bien de la comunidad, sí por el de mi profesión.

Dejo a juicio de l@s lector@s catalanes dos aspectos: primero, ¿existe una división previa en el PSC que justifique de algún modo el rasgo "acentuador" del poder personal de Maragall?; segundo, resolver si, además, la Diada programada por Maragall es "ultranacionalista" o forma parte de los fantasmas azuzados por determinados grupos mediáticos enfrascados en la guerrilla, implicados en el miedo, esbozadores de toda suerte de agitprop.

Por cierto, el viernes termino mi contrato en el trabajo que ocupó un tercio de mi vida. No me quejo, sabía que iba para una temporada y las responsabilidades que asumí han ido sobre ruedas. Pero toca a su fin. Lo digo por si alguien conoce algún sitio en el que este periodista pueda meter la calva (sí, confesión personal, alopécico sum). A pesar de las ideas vertidas en la blogocosa, me vendo con una maleabilidad y una capacidad de cimbreo asombrosas. Cosas de las habichuelas: no hay otro remedio. Mi principal valor: redactar. Daría la vida por escribir. Lo dicho, hay que moverse y estoy abierto a cualquier proyecto, desventura, quejío redactoril o similar que se oferte. (A ver si me ve aquí, o me deriva alguien a, don José Antonio, para que se apunte mi situación, o ya puestos Nacho, que por pedir... Señor NGN, usted también vale, ya sabe usted quién es).

En el peor de los casos, a descansar unas semanas.

Saludos.

lunes, agosto 21, 2006

Primero unas fantásticas minivacaciones en Rincón de la Victoria, luego ciertos días ajetreados... Dejémonos de excusas y volvamos a ContraTitular, que siempre es una caja de sorpresas.

Regreso en parte al antiguo formato del blog, con más texto y menos imagen. Es cierto que a algún(a) lector(a) le parecía muy acertado el nuevo estilo, pero algún allegado me ha hecho saber también que no siempre se conseguían leer los textos "encajados" en las portadas de ContraTitulares. A esto añado que, además, el trabajo de diseño disipaba en parte la tarea final que encomendé, con sus traspiés y sus pausas, a este blog. No obstante, alguna que otra vez me seguiré aventurando por las sendas del diseño amateur.

Dicho lo cual, vamos a lo importante. Hoy la razón lleva el siguiente titular en su portada:











Después de algunos años de experiencia como colaborador o trabajador de varias ONG, conozco perfectamente el primer grito que habrán proclamado hoy en algunas de sus sedes: "No se puede hablar a la ligera de avalancha, no se puede dar la sensación de invasión". Comprendo sus motivos, pero me permito dudar de la eficacia de ese grito. La mayoría de las organizaciones sociales con las que he tratado o a las que he estado vinculado pecan del mismo error: quieren jugar a ser periodistas, sin respetar las reglas de juego del oficio, que son pocas y llenas de trampas, pero existen. Y una de ellas, quizá la más sagrada, es que las redacciones quieren hechos, no opiniones. Y sus integrantes quieren fuentes de información, no educadores con un deje de soberbia lingüística. Mientras esto no se acepte, los titulares seguirán llenándose de vocablos como "llegada masiva", "avalancha" o quizá, quien sabe, "invasión".

Efectivamente, todos esos términos son perversiones de los hechos. Si se analiza la realidad migratoria de España, la entrada de inmigrantes vía cayucos -antes sólo se hablaba de pateras-, es reducida si se compara con la llegada de nuevos vecinos de Europa oriental o América Latina. Pero fuera de contexto, la llegada de cientos de subsaharianos con un color marcado de piel, hambrientos y deshidratados, cansados y sin más equipaje que su corazón y sus ropajes, son mucho más desestabilizadoras que las de cientos de pasajeros de habla eslava o acento sudamericano en la pretendida modernidad del aeropuerto de Madrid-Barajas. La causa de la emigración es la misma: la búsqueda de una vida mejor. La ceguera occidental la misma: el bloqueo a una esperanza legítima. De ahí que, sin contexto informativo, se cuelen palabras como "avalancha". Y lo que es peor, el complacido lector occidental, que vive orgasmos frente al televisor mientras canta "A por ellos", siente que un poquito de "a por ellos" empieza a tocar ya en el caso de los africanos, los latinoamericanos, los orientales...

A ello se suma, ahora sí, que abundan las firmas de opinión en los grandes medios de comunicación, que supuran un racismo más o menos contenido en sus artículos, columnas o tertulias. Muchos periodistas de carrera y oficio utilizan sus espacios privilegiados en prensa, radio, televisión u otros soportes para descargar sus iras, miedos o decepciones personales y políticas, con más o menos sutileza, contra el extranjero: el de fuera, el diferente. Es uno de los ejercicios diarios de inconsistencia informativa y falta de deontología profesional, de ausencia de rigor y de criterio. Y la portada, como en tantas ocasiones, es la excusa perfecta para filtrar ideología disfrazada de información.

Así pues, hoy cabrían alternativas como la siguiente:








Mientras, animo una vez más a las organizaciones sociales a que inviertan, de veras, en áreas de comunicación fuertes y profesionalizadas. A corto plazo, es caro. A medio y largo plazo, sale rentable. Mientras no lo hagan, perderán una y otra vez la batalla del lenguaje, la batalla de la imagen, la carrera de las ideas.

sábado, agosto 05, 2006

Cordura, coincidencia, juego

Cuando todos los titulares de diarios de diversas tendencias coinciden, es que no debe haber demasiadas opciones para considerar salvedades informativas. Es el Líbano. Es Israel. ¿Seguirá la cordura periodística si finalmente Castro desaparece en poco tiempo? ¿Y si no lo hace?

































Juguemos con el amigo Pedro José: