lunes, marzo 20, 2006

Un tercio de mi vida

Cuando empecé a pasear y a dejar horas en este mundillo de los weblogs, leí en Microsiervos que sus autores / gestores se tomaban su tiempo para aceptar la propuesta de nuevos blogs en su listado de vínculos. La razón que daban era el elevado índice de mortandad infantil en la blogosfera. Y es cierto. Pero ContraTitulares no pretende el dudoso honor de pasar a engrosar ese índice, si es que estos diez meses dan para considerarlo todavía “infantil”. Tampoco, aunque se pudiera considerar adolescente o ya maduro, pretende haber muerto. Ni siquiera pretende haber silenciado. Sólo se ha tomado su tiempo.

El autor de ContraTitulares ha cambiado de vida. O al menos, ha cambiado ese tercio de su vida que se dedica al trabajo. Ha pasado de un cubículo casi anónimo a un departamento de comunicación en toda regla; de una empresa a la antigua usanza en la que primaba la jerarquía paternalista a una gran corporación en la que la jerarquía, cuando existe, responde sólo a competencias profesionales. Ha pasado, he pasado, de segundón silencioso y con las alas cortadas a redactor bullicioso de equipo profesional. De no saber qué más pintar a tener que aprender a pintar de nuevo; de estancamiento a motivación; de apalancamiento a aventura; de rol estudiado a tablero desconocido; de sopor a ilusión.

Ese nuevo tercio de mi vida me ocupa más horas, me exige más responsabilidad, me roba más sueño y me corta, por el momento, otras iniciativas profesionales tan o más prometedoras. Entre ellas, este blog, por el que siento una motivación más profesional que personal. Particular, a veces sesgada, otras veces informal, desde luego crítica y poco afortunada para el perfil laboral periodístico actual, pero desde luego profesional. Y, por añadidura, mi nuevo destino tiene un retrogusto amargo de capitalismo puro y duro. ¿Cómo, entonces, puedo convencer a nadie de que el cambio es a mejor? Simplemente, hay momentos en la vida en los que toca moverse, en los que es “ahora o nunca”, en los que toca aplicar aquella máxima de que “sin riesgo no hay beneficio” o, simplemente, de que de vez en cuando hay que arriesgar. Quizá no permita “extraer todo el meollo a la vida”, como decía aquel profesor de aquel prestigioso club, pero al menos, permite saborearlo un poquito más, para pensar lo menos posible a la hora de la muerte que no se había vivido.

Sé que las y los lectores de ContraTitulares son pocos, pero también que son fieles. Y además, por lo poco o mucho que les conozco, no puedo evitar congraciarme con ell@s. Desde quienes son familia de seres muy cercanos, y que me leen más por lealtad personal, hasta bloggers a quienes aún no he puesto cara, pasando por conocidos además de amigos que a día de hoy quieren que me embarque con ellos en nuevos rumbos (y así será, Sr. NGN, usted ya sabe quién es, si todo marcha en condiciones), pasados y actuales, constantes o variables, a todas y todos ellos debo la gratitud de haber intentado, día a día, desmentir los desafueros periodísticos de tantas portadas de diario, que rinden tributo a la peonía esclavizante y el derecho de pernada informativa.

El trabajo que he mantenido hasta ahora, que me obligó a llenar horas con actividades extralaborales, en parte por desidia, y en parte por inquietud propia, me permitió la actualización casi diaria de mi aventura bloggera. Ahora, mi silencio es coyuntural. Mi nuevo emplazamiento, más serio, con mayor proyección y futuro, pero también por ello más severo con las actividades de sus trabajadores, me empuja a buscar una conexión doméstica con la que supere, de paso, las limitaciones casi jurásicas del hilo de cobre que he mantenido hasta la fecha. Mi módem se resiste a ser historia, pero ya asumido que la prejubilación se cierne sobre sus baudios, por hacer un mal chiste laboral. Y en ello estoy. En ver si me compensa, primero; y, si así fuese, en ver “cuál” me compensa, si la que ofrece televisión, o la que ofrece “a ver si te enteras”; si la que ofrece todo por veinte, o la que ofrece aventuras orgiásticas (dúos, tríos, y toda suerte de harenes multimedia). Si alguien puede asesorarme al respecto, gracias mil.

Y esto es todo por ahora. La vuelta de ContraTitulares será cuestión de días, de semanas o de meses. Si para entonces seguís ahí, no habrá palabras suficientes de agradecimiento. En todo caso, faltan ya las palabras para todo lo que me habéis seguido hasta la fecha.

Un fuerte abrazo digital.

Al-Duende.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo te esperaré.
Soy uno de esos lectores desconocidos, y fieles :P

imagina dijo...

El tiempo sólo se mueve hacia delante, es por lo que hay que cultivarlo, para que la cobranza sea gratificante y la autoestima se mantenga en lugar decoroso.
Palabras que me exceden, con las que quería decir, suerte en lo que emprendas.
Saludos cordiales,

Cavernarius dijo...

Enhorabuena por el cambio de aires en ese "tercio" laboral (¡qué suerte que sólo sea un tercio!). Por supuesto que tus lectores habituales estaremos esperando que pase este ínterim de silencio.

Citoyen dijo...

No te creas, el hecho de que la gente no comente no significa que no te lea (yo te leo regularmente y es la primera vez qeu comento creo). A mi me pasó con el blog que me di cuenta de que cuando tomaba un tema polémico había un montón de gente que me leía :s y la verdad, ni puñetera idea de donde habían salido

Anónimo dijo...

Aunque con lamentable retraso, recibe un cordial saludo y mis mejores deseos en tu nueva vida laboral.

Te esperamos, Duende.